Tras Ben by Con Riley

autor:Con Riley [Riley, Con]
La lengua: spa
Format: epub
editor: Dreamspinner Press

Capítulo 12

THEO DECIDIÓ que su oficina era un lugar mejor con todos los internos. Teniendo en cuenta que, al menos en papel, lo de Joel y Evan no debería haber funcionado, ambos eran grandes adiciones para su equipo. La idea original era que acabarían sus prácticas a final de octubre. Todo el mundo se sintió aliviado cuando la Sede Oficial aceptó darles empleo con contratos temporales a media jornada hasta acabar el año.

Eso les vendría bien a los chicos, supuso espiando por sus persianas mientras ellos abrían sus cartas de confirmación. Joel saltó y levantó los puños al cielo sin control haciendo que toda la oficina riera a carcajadas. ¿Quién había visto a alguien tan contento por rellenar papeleo infinito? Evan escudriñó la letra pequeña de su contrato antes de levantar la cabeza. Theo sonrió al ver que los ojos del rubio se movían para encontrarse con los de Joel.

THEO: Son tan dulces que casi no puedo soportarlo.

MORGAN: Estoy seguro de que follan encima de tu escritorio en cuanto te vas.

MORGAN: Deberías instalar una cámara web.

MORGAN: Podría hacerlo por ti.

THEO: PERVERTIDO.

THEO: Son imposiblemente adorables. Sobre todo J. Es como el cachorrito más adorable del planeta.

MORGAN: ¿Pensé que E te gustaba más?

THEO: Me gustan los dos. La verdad es que en el trabajo son tan dulces con el otro que creo que un día de estos se me caerán los dientes.

MORGAN: Y volvemos a mi obsesión oral...

Aunque era verdad: los internos en el trabajo eran serviciales y educados con el otro; su actitud era completamente profesional. Era evidente que cuanto más se alejaba Joel de Evan, más se acercaba el rubio a él en busca de su compañía. Theo agradecía haber intervenido. Dado el espacio tan reducido, su interno más pequeño —y el que tenía la carga más grande— estaba empezando a disfrutar.

—No me lo esperaba, pero parece que me gusta trabajar con una lista y hacer la mierda que haya que hacer. —Él sacudió la cabeza por el lenguaje de Evan. El chico se disculpó de inmediato diciendo—: Lo siento, lo siento. Ya sabe a lo que me refiero, ¿verdad?

Le entendía perfectamente. Durante años, había tratado de explicar a algunos amigos la satisfacción de su trabajo. Mucha gente tenía un extraño —al menos a él le resultaba así— miedo a los números. Pero a él le encantaban. Abrirse paso a través de las cuentas era un desafío, igual que crear un orden a partir del caos para los clientes. Si podía pensar en una forma más fácil y lógica para conseguir sus objetivos, consideraba que su trabajo valía la pena.

Algunos amigos se habían graduado en la universidad el mismo año que él y ahora tenían puestos muy altos en sus ámbitos elegidos. La falta de ambición de Theo los desconcertaba, pero él nunca había necesitado perseguir la gloria. Había estado en casa. O al menos así solía sentirse. Todo lo que necesitaba era volver a casa y encontrarse con los ojos en blanco de Ben si se inclinaba a llamar al timbre.

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